Cudillero, Asturias

Cudillero es otro de esos pueblos costeros de Asturias que no pueden faltar en una visita al Principado. Decenas de casas de colores te recibirán al llegar, entre el verde de las montañas en las que está enclavado. Sin duda, es uno de los pueblos más bonitos de España y así lo corroboran cada año los miles de visitantes que recibe. Para muchos es el más bonito de Asturias, por la curiosa forma en la que las casas trepan por las laderas de las dos colinas en las que se enmarca. Tendrás que admirarlo desde abajo, pero también desde arriba, desde alguno de sus miradores. Tu ruta comenzará por la Plaza de la Marina, que se conoce como el anfiteatro, por la similitud que tiene con una construcción de ese tipo. Ahí nacen todas las casas y van ascendiendo ladera arriba. La plaza es famosa por su gran ambiente y sus múltiples terrazas, en las que comenzar a degustar una buena sidra o algunas de las especialidades de la gastronomía asturiana. Y como decíamos hace unas líneas, además tendrás que ver Cudillero desde alguno de sus miradores. Uno recomendado es el mirador de la Garita. Además del pueblo entero, podrás ver el puerto y también el faro de la villa. Pero no es el único, y puedes hacerte tu propia ruta de miradores. Otros con buenas vistas son el mirador de Cimadevilla, del Baluarte, del Pico o del Contorno. Cuando termines de ver Cudillero, puedes acercarte al cercano Palacio de los Selgas, en la parroquia de El Pitu. Es conocido por muchos como el Versalles asturiano, por la belleza de sus jardines y fuentes que adornan el exterior de un palacio construido a finales del siglo XIX. En su interior cuenta con una importante colección de pinturas de autores de tanto renombre como El Greco o Goya. Y para terminar tu visita a la zona, puedes acercarte a Cabo Vidio y a alguna de las playas que existen en el ayuntamiento de Cudillero. El cabo está a poco más de 10 kilómetros y tendrás unas de las mejores vistas sobre el mar Cantábrico y esa parte de la costa asturiana. En cuanto a las playas, te recomendamos la Playa del Silencio. Aunque pequeña, apenas medio kilómetro de longitud, sus imponentes acantilados la convierten en la playa más bonita del Cantábrico para muchos. Una naturaleza impactante y salvaje para una playa con gran valor geomorfológico y paisajístico.