Un poco de historia del Concejo

Teverga
No hay hallazgos referentes a la Edad de Piedra. Hay tres vestigios correspondientes a la Edad de Bronce: pinturas esquemáticas de los abrigos de Fresnedo; hacha de combate (piedra pulimentada hallada en el Puesto de Marabio) y varios túmulos funerarios ubicados, según José Manuel González, en diferentes puntos del concejo (Piedrajueves, Cueiro, Santa Cristina, Sobia) y próximos al Camín Real de la Mesa o a ramales secundarios que parten de éste, siendo posible plantear la hipótesis de que esas vías fueron auténticos ejes ordenadores del poblamiento, a través de los cuales iría colonizándose, poco a poco, todo el territorio. En cuanto a la Edad del Hierro decir que los vestigios correspondientes son algunos castros catalogados por el mismo autor en Castro (Valdesantibáñez), Barrio, Berrueño y La Focella (Valdesampedro). A juzgar por los topónimos que subsisten se puede asegurar que el concejo estuvo dominado por los romanos a finales del S. I a.C. El vestigio que corrobora dicha dominación es el conocido como Calzada Romana, camino que cruza el territorio de Teverga de sur a norte por la franja más occidental (parte de Torrestío, provincia de León, sube al Puerto de La Mesa, sigue por el cordal del mismo nombre, entre Simiedo y Teverga, a través de La Magdalena, Xuego la Bola, Piedrajueves, San Lorenzo y Cuerio, para internarse en el concejo de Grado y seguir hasta Gijón). Esta vía, según Sánchez Albornoz, fue utilizada por los romano, pero se cree que fue construida en época anterior y que éstos la mejoraron para su uso evitando, así, los desniveles y el peligro que suponía la utilización de caminos que discurrían por el fondo de estrechos valles ante las emboscadas de las tribus aborígenes. Este camino siguió siendo utilizado hasta principios del S. XX como una importante vía de comunicación de la Meseta y la parte central de Asturias.

Hay constancia de que, en su huida, después de la batalla de Covadonga, los árabes salieron de Asturias por la calzada romana. Durante la Edad Media, es posible que el concejo padeciese la ocupación de los visigodos: en lugar cercano a Fresnedo, durante la construcción de una carretera, fue hallado un jarro hispanovisigodo que J. Luis Avello (“El jarro hispanovisigodo de Alesga y…” en Asturiensia Medievalia 5, Oviedo 1985-86) atribuye a la presencia de refugiados godos que huían de la dominación musulmana. Se sabe, también, que en el año 860 existía el Monasterio de Santa María de Barrio. A partir del año 1092 el territorio tevergano es adjudicado en sucesivas etapas a la iglesia de San Salvador de Oviedo. Hay constancia documental de que durante la época medieval en el municipio había varios castillos y torres (Alesga, Monreal, Miranda, Orcechón…), así como monasterios (San Pedro de Teverga, San Juan de Santianes, Santa María de Villanueva, San Vicente de Presorias, San Cristóbal en Torce…).
Hoy sólo existen restos del denominado castillo de Alesga en el término de San Salvador. Según Ana Fernández Suárez (“Teverga, un concejo de la montaña asturiana en la Edad Media”), desde el S. X hasta el S. XIII parece ser que había un doblamiento denso y uniforme en los tres valles y una temprana ocupación en las zonas altas, apareciendo perfectamente configuradas en el S. XI las poblaciones de Taja, Villanueva, Cuña y Páramo. Entre los S. XV y XVIII se construyen en Teverga varias casas señoriales: Quiñones-Valcarce en Campiello, Muñón en Prado, Miranda-Flórez en Villamayor, Cienfuegos en Cuña, Quirós en Prado, Cienfuegos en Taja, palacio de Valdecarzana en San Martín y Palacio de Agüera en Entrago. En todas ellas existe el escudo de la familia a la que pertenecían.

Durante la Edad Contemporánea, cabe señalar que Teverga tuvo un papel importante en la lucha contra la invasión francesa estableciendo guerrillas en lugares estratégicos del municipio. Es de destacar también la participación en las guerras carlistas.

A mediados del S. XIX tiene lugar uno de los hechos que revoluciona el panorama regional: las explotaciones mineras. La concesión minera más antigua en Teverga data del año 1876.
Esto supone el cambio de las tradicionales costumbres campesinas por el laboreo de las minas. Para el transporte del mineral de los yacimientos de Teverga se construye, en 1902, el ferrocarril desde Entrago hasta Caranga para unirlo al que discurría desde Trubia hasta Quirós.

Durante las dos primeras décadas del S. XX se disputan el poder cuatro partidos: conservador, liberal, republicano y reformista. El político liberal tevergano Emilio Álvarez Prida, elabora escritos pidiendo el voto para el partido liberal.

Después de la dictadura de Primo de Rivera se instaura la República en 1931 con un importante voto de izquierdas de la clase trabajadora –mayoritariamente mineros-. En 1933 la derecha gana las elecciones. En 1934 tiene lugar la Revolución de Octubre con la represión brutal sobre la población minera después de los días que duró la lucha.

Después del triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, en julio del mismo año estalla la Guerra Civil, estando el territorio tevergano en la llamada ‘zona roja’ hasta el otoño de 1937, centrando la defensa republicana en el Puerto de Ventana y estableciendo comités de defensa en el Ayuntamiento y el cuartel de la Guardia Civil. En octubre de 1937 entran por el Puerto de Ventana las columnas nacionalistas gallegas. La represión por parte de los nacionalistas causó innumerables bajas en el bando republicano, tanto en la carretera de Entrago a Caranga, como los fusilados que eran arrojados en la chimenea de ventilación de un pozo minero –Tárano- en términos de Villanueva. Durante la década de los años 40, varios republicanos, ante la represión existente, se refugian en los montes del concejo. Algunos de los ‘fugaos’, así se les llamaba, se entregan, sufriendo prisión y, otros emigran al extranjero.

Tras los años de dictadura, el 15 de junio de 1977, se celebran las primeras elecciones democráticas al Congreso y al Senado y en el año 1979 las primeras elecciones municipales.